Desde la caída de Roma en manos de los godos (476
d.C.) y hasta el siglo XV, en el mundo occidental, la superstición impidió la
realización de estudios serios de anatomía y patología quirúrgica. Prevalecía el
concepto de Galeno del "laudable pus", encontrar una sustancia milagrosa
para prevenir la infección e inducir la curación. Su dogmatismo perduró durante
siglos al amparo del oscurantismo en que se vio sumido el mundo occidental tras
la caída del Imperio Romano.
En la baja Edad Media, los monasterios recogieron y
transmitieron conocimientos con la veneración por lo antiguo y el desinterés o
alejamiento de la realidad. Sin embargo, su labor permitió la supervivencia de
un cuerpo doctrinal en Occidente. La terapéutica abandonó los incipientes
criterios científicos y volvió a las simplificaciones de la medicina popular y a
las interpretaciones sobrenaturales
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